9 de diciembre de 2009

La fuerza de la ilusión


4 de julio de 2004. Santander. Raúl Preciado, hijo del entonces técnico del Real Murcia Manolo Preciado, fallece a causa de un accidente de moto tras colisionar con la esquina de un edificio.

Dos años antes, Puri, esposa del entrenador cántabro, perdía la vida tras una larga enfermedad.
“Le dedico este ascenso a mi niña, que lo estará viendo desde el cielo”, declaró nada más entrar en la sala de prensa del estadio Chapín (Jerez de la Frontera) tras haber ascendido al Levante a Primera División en junio de 2004. Un mes más tarde sería su hijo el que se marcharía.

“La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la segunda opción” espetó.

En 2005 volvió a su Racing tras la amarga experiencia vivida en Murcia. En la jornada 34 de Liga y tras ser pitado por su afición, hizo gala de su honradez y no dudó. Llamó al presidente, Manuel Huerta, y le dijo que se iba. Perdonó algo más de 400.000 euros, un año de contrato y una prima por la permanencia. Se despidió de sus amigos y de los periodistas: “No puedo ver morir al equipo de mi tierra, lo quiero demasiado para ser un obstáculo”.

La temporada siguiente tomó la decisión más importante de su carrera: fichar por el Sporting de Gijón. Pese a tener mejores ofertas en lo económico, la insistencia del conjunto asturiano convenció al preparador. “Hay que tener la confianza y la ilusión que os trae uno de Santander” concluyó en la rueda de prensa de presentación. El 14 de junio de 2008 y tras diez años, el Sporting volvió a la máxima categoría del fútbol nacional habiéndose gastado cero euros en concepto de fichajes.

La masa social del club rojiblanco antes de la llegada de Preciado databa de 14.000 socios. Hoy la cifra ha aumentado abrumadoramente hasta los 22.000.

Es la garra de un luchador. Un hombre que tras ver perecer a dos de sus seres más queridos –está muy unido a su hijo Iván, de 19 años-, no sólo ha sabido rehacerse anímicamente a sí mismo, sino que es capaz de transmitir optimismo e ilusión por doquier. “Vengo a generar ilusión y alegría, que es lo que falta aquí” comenzó aquella ya lejana rueda de prensa en julio de 2006. Sin duda lo ha conseguido.

Manuel Preciado es un ídolo en Gijón. Además de conseguir éxitos deportivos, ha sabido levantar el ánimo de una afición en plena recesión. Si en 2006 eran 12.000 los espectadores que acudían, de forma media, a ver los partidos del Sporting, la temporada pasada la cifra ascendió hasta 22.000 sobre 24.000 espectadores que puede acoger El Molinón.

Como se suele decir, la estadística manda y esta se postula claramente a favor del entrenador cántabro.

Su discurso, basado en la humildad y la paciencia, no escatima palabras dedicadas al optimismo, a la generación de ilusión y a la motivación, tanto en la parcela de los jugadores, los aficionados y la prensa, el único sector del que alguna vez ha recibido críticas por su juego demasiado ofensivo, aunque parezca una paradoja.

Preciado es entrega, Preciado es superación. Preciado es la fuerza de la ilusión.

4 comentarios:

Nico García dijo...

Preciado es un máquina. Y un cachondo.

Saludos desde La Escuadra de Mago

Pablo G. dijo...

Preciado merece un monumento en Gijón. Y como persona es mejor aún que como entrenador. Saludos

Isaac dijo...

La verdad, es que me ha conmovido su historia, no tenía ni idea de la fortaleza de este hombre, todo un ejemplo a seguir.

Saludos desde www.balonesalarea.blogspot.com

Isaac dijo...

La verdad, es que me ha conmovido su historia, no tenía ni idea de la fortaleza de este hombre, todo un ejemplo a seguir.

Saludos desde www.balonesalarea.blogspot.com