Eusebio, discípulo de Rijkaard

1-4-3-3, ningún reparo en jugar atrás con el portero, presión asfixiante, extremos rápidos y habilidosos, dos medios centros defensivos y un creador con total libertad (Trashorras). El sistema de juego del Celta de Eusebio mimetiza las bases del Barça de Rijkaard.

Un equipo de Segunda con juego de Primera, fue la conclusión que pudimos extraer en la noche de ayer cuando Undiano Mallenco pitó el final del partido. Con el Atlético pidiendo la hora, los vigueses se movían como peces en el agua tocando el balón, entrando por banda, presionando la salida del balón de los rojiblancos... todo un recital.

La pena, el resultado. Un 1-1, aunque a priori podría parecer un resultado positivo en una eliminatoria cuando el segundo partido se juega en tu campo, en el caso del Celta no lo es tanto: a los celestes les cuesta un mundo ganar en casa.

Además, la presión que ejercerá el Atlético en Balaídos será bestial: equipo de gala, un título en juego tras más de diez años de sequía, entrenador con hambre, Agüero y Reyes en estado de gracia...

El de la próxima semana será un partidazo que los amantes de este deporte disfrutaremos como niños. El juego combinativo frente a la pegada, David contra Goliat, la ilusión contra la necesidad... son muchos los factores que se unen para hacer del Celta-Atlético un espectáculo no apto para cardíacos.

Entretanto, el partido de ayer ha significado la ratificación de un técnico que fue puesto en duda por los malos resultados, pero que ha demostrado que tiene muy claro cómo quiere que juegue su equipo y con ello irá hasta el final.

Ojalá el injusto fútbol devuelva al Celta donde se merece, La Liga de las Estrellas.